Los demócratas recuperan la Cámara de Representantes pero son arrollados en el Senado, en lo que representó una parcial derrota o triunfo de Trump
La Jornada
Nueva York. Lo que parece ser una ola de votación sin precedente en una elección intermedia, resultó en una derrota parcial del régimen de Donald Trump: los demócratas conquistaron la cámara baja, mientras que los republicanos mantendrán su control del Senado.
Pero no apareció la gran ola “azul” demócrata que muchos esperaban y deseaban, y a pesar de que ganaron la cámara baja, esta elección no registró el repudio abrumador de Trump y su agenda que muchos opositores deseaban. Tan fue así que los republicanos estaban por ampliar su mayoría en el Senado.
Sin embargo, para la amplia y masiva coalición de mujeres, jóvenes y minorías que se han movilizado durante los últimos dos años en repudio a Trump y su agenda, fue un triunfo urgente y para no pocos, el inicio del rescate del país de una amenaza calificada como neofascista y marcada por violencia ultraderechista.
Para los republicanos, retener el Senado, y derrotar candidaturas de muy alto perfil como la del demócrata Beto O’Rourke que amenazaba con sacudir el mapa político nacional en el caso de triunfar sobre Ted Cruz en Texas, evitaron su peor pesadilla, pero a cambio quedaron aún más subordinados que nunca a su líder en la Casa Blanca.
Desde hace unos días, Trump rehusó asumir responsabilidad por la derrota en la cámara baja ante los pronósticos pero se espera que tomará el crédito por el triunfo republicano en la cámara alta y algunas gubernaturas. Pero seguro no mencionará a su gran aliado antimigrante, Kris Kobach, quien sufrió una derrota grave al buscar ser gobernador de Kansas, mientras que otro conservador Scott Walker estaba perdiendo su gubernatura en Wisconsin.
Además de las 435 curules de la cámara baja y las 35 de los 100 del Senado en juego de anoche, también hubo elecciones para determinar 36 gubernaturas. Las más importantes en esta elección por su impacto nacional son las de Florida, donde el soldado leal de Trump, Ron DeSantis, ganó sobre el demócrata Andrew Gillum, para tomar control del tercer estado más grande del país y siempre clave en elecciones nacionales y Georgia donde se prometía una disputa alargada.
A la vez, se votaron una serie de iniciativas ciudadanas en varios estados, incluyendo la despenalización de mariguana. Michigan aprobó legalizar la mariguana, volviéndose el décimo estado en hacerlo, mientras aún se esperan resultados de Dakota del Norte para lo mismo. Missouri aprobó legalizar la planta para usos medicinales, y se esperaban resultados de Utah sobre lo mismo.
Esta elección también se definió como una de diversidades. En Georgia, Stacey Abrams aún esperaba si sería la primera gobernadora afroestadunidense del país mientras que Jared Polis de Colorado será el primer gobernador abiertamente gay. Por otro lado, una refugiada somalí y una hija de inmigrantes palestinos serán las primeras dos mujeres musulmanas en el Congreso, mientras que estaba por determinarse la posibilidad de la primera gobernadora indígena del país en Idaho y la primera mujer indígena en el Congreso de Nuevo México.
En Nueva York, Alexandra Ocasio Cortez, “socialista democrática”, será la representante más joven en el Congreso. Jesús Chuy García, de origen mexicano, se sumará a las fuerzas progresistas demócratas y defensoras de inmigrantes en el Congreso.
Según encuestas preliminares del Washington Post, los dos factores más importantes citados por votantes al emitir sus votos fueron Trump (en una elección no presidencial) y salud, seguidos por la economía e inmigración
Irregularidades
Más de 10 mil quejas se habían registrado por la mañana, y se acumularon miles más a lo largo del día -superando por mucho a cualquier elección intermedia anterior- por máquinas electorales descompuestas, boletas y registros rechazados y maniobras ilegales para negar o suprimir el voto.
De hecho, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACL) solicitó al público denunciar cualquier abuso o intimidación de fuerzas de seguridad pública en las casillas bajo pretexto de proteger la integridad del voto tal como amenazó el propio presidente cuando emitió un tuit alertando que “las autoridades han sido notificadas firmemente de vigilar de cerca cualquier intento de voto ilegal en la elección del martes”. El fraude electoral de votantes es casi inexistente.
Entre las quejas en varios estados -incluso muchos con larga historia de suprimir el voto de minorías y pobres como Georgia, Texas y Carolina del Norte- se reportaron demoras de horas por máquinas descompuestas, máquinas de voto que cambiaban el voto emitido para un candidato a su opositor y casillas que no abrieron a tiempo.
En Dakota del Norte, algunos indígenas no se les permitió votar porque encargados de casillas rechazaron sus credenciales de identidad emitidas por autoridades indígenas.
En Estados Unidos no hay una infraestructura ni leyes uniformes nacionales sobre el proceso electoral -cada estado tiene sus propias normas, maquinaria y autoridades, lo cual ha generado cada vez más disputas al comprobarse que en este a país no se cuentan todos los votos, y todos lo votos no necesariamente cuentan.