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Miguel Díaz-Canel, de 57 años, ingeniero electrónico, ha tenido una paciente y discreta escalada burocrática con Fidel Castro, primero, y ahora con Raúl Castro como mentores / Foto Internet

Este es el sucesor de los Castro en Cuba

Miguel Díaz-Canel, el delfín de Raúl Castro, es también el vicepresidente y ‘número dos’ del régimen y el gran favorito para ser el nuevo presidente de Cuba este 19 de abril
El País
Si no hay un brusco cambio de planes, este jueves 19 de abril Raúl Castro cederá el mando de Cuba por primera vez en seis décadas a un cubano que no lleva su apellido y que nació después de la revolución de 1959: Miguel Díaz-Canel, de 57 años, un ingeniero electrónico, alto y de gesto serio, que ha seguido una paciente y discreta escalada burocrática con Castro como mentor.
Nacido el 20 de abril de 1960 en Placetas, provincia de Villa Clara, bisnieto de un asturiano de Castropol, casado dos veces y con dos hijos de su primer matrimonio, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez se fogueó a finales de los ochenta en la Unión de Jóvenes Comunistas.
De 1994 a 2003 fue secretario del Partido Comunista en la provincia de Villa Clara, donde se ganó fama de dirigente abierto por su apoyo a un centro cultural donde se hacía travestismo y por su toque rockero –pelo largo y afición a los Beatles–. Ahí ya era uno de los cuadros provinciales cuidados por Raúl Castro con la vista puesta en un todavía distante relevo generacional.
En 2003 el general lo incorporó al buró político y fue enviado como secretario del partido a la provincia de Holguín. Castro no lo llamó a La Habana hasta 2009, cuando le dio el Ministerio de Educación. En 2012 lo hizo vicepresidente del Consejo de Ministros. En 2013, cuando formó su último gobierno, le añadió el cargo de vicepresidente del Consejo de Estado y dio un discurso en el que lo apuntó como sucesor, acreditando su pedigrí: “No es un advenedizo ni un improvisado”.
Fidel Castro y Miguel Díaz-Canel, primer secretario del Partido en Villa Clara, en la Plaza de la Revolución Ernesto Guevara, en 1996 / Foto Internet/Vanguardia.

Al contrario de otras promesas del castrismo surgidas bajo el ala abrasiva de Fidel Castro, que acabaron siendo fulminadas por exceso de iniciativa o de protagonismo, Díaz-Canel supo avanzar sin ruido por el carril lateral de Raúl Castro, un militar que siempre valoró en su gente el perfil bajo y la lealtad.
“Para llegar a donde ha llegado sin ser defenestrado la condición número uno es no salirse del guion, y él ha sido muy efectivo en eso”, dice Nora Gámez Torres, especialista en Cuba del diario Miami Herald. “Se sabe muy poco de cómo piensa”, añade. “Nunca se desvía de la línea del partido”.
Jorge Duany, director del Instituto de Estudios Cubanos de la Florida International University, califica de “intrigante” su figura y considera “una pregunta abierta si favorecerá o no reformas del sistema político cubano”.
Díaz-Canel siempre ha empleado una roma retórica continuista que refuerza a medida que se acerca su coronación. El 11 de marzo glosaba a la “generación histórica que nos ha conducido y que forjó la revolución”. Ese día se realizaban las elecciones para diputados de la Asamblea Nacional, que ratificarán el 19 de abril al candidato a jefe de Estado escogido por la cúpula en la última jornada de un ritual proceso electoral controlado por el Partido Comunista, el único permitido.
Díaz-Canel supo avanzar sin ruido por el carril lateral de Raúl Castro, un militar que siempre valoró en su gente el perfil bajo y la lealtad / Foto Internet
Solo se le recuerda a Díaz-Canel un episodio de relativa estridencia. Un vídeo de una reunión del partido que se difundió en Internet en 2017 y en el que peroró dogmático sobre los “proyectos subversivos” que según él se cobijaban tras la aparición de portales de prensa independiente, de corrientes socialdemócratas o del “bombo” que se daba a los pequeños empresarios cubanos.
Pero la faceta que cultiva es la del cargo concentrado en las reformas del sistema hacia el llamado raulismo: más mercado pero no pluralidad de partidos.
Por un límite legal establecido por Raúl Castro, Díaz-Canel podría gobernar un máximo de dos mandatos, diez años. Hasta 2021 se prevé que Castro permanezca como secretario general del partido y supervisando a su delfín. El potencial reformista de Díaz-Canel es una incógnita que se podría ir desvelando a lo largo de dos lustros. Sus primeros retos, en su primer año de gobierno, podrían ser hacer frente a la unificación monetaria (fundir en una sola la moneda convertible, equiparable al dólar, y la nacional de uso doméstico) y relanzar la concesión de licencias a las pequeñas y medianas empresas dándoles más garantías y solidez jurídica con una ley de pymes.
¨Es probable también que Díaz-Canel, en un principio, se muestre conservador, ya que, en buena medida, debe su designación a la imagen continuista e intransigente que ha transmitido en los últimos años. De aquí a 2021, si Díaz-Canel llega a consolidarse, habrá que ver qué pasa con las reformas, que son inevitables para la propia continuidad del sistema cubano”, prevé el historiador Rafael Rojas.
Entre los opositores se espera, de entrada, igual mano dura. La abogada de derechos humanos Laritza Diversent, refugiada política en EU, considera que Díaz-Canel mantendrá la pauta de “tolerancia cero y represión” con la disidencia.
Díaz Canel, al fondo, en una reunión de Raúl Castro con el matrimonio Obama / Foto Internet
La comunidad cubana de Florida por su parte, espera con un optimismo cauteloso el fin de mandato de Raúl Castro y la previsible llegada de Díaz-Canel
“Es un momento de oportunidad”, dice Carlos Saladrigas, a sus 69 años una de las voces veteranas más relevantes en Miami sobre la realidad cubana. Exiliado en 1961, empresario y presidente del Cuba Study Group, opina que es “iluso querer elegir” desde Florida el rumbo que siga el Gobierno cubano y ofrece un enfoque realista: “Un cambio político es muy difícil. Lo importante es que comiencen los cambios, más que por dónde empiecen, porque luego todo puede venir como una bola de nieve”.
En Estados Unidos viven 1,7 millones de cubanos o descendientes de cubanos, 1,2 millones concentrados en Florida y alrededor de un millón en el Miami metropolitano. A la mayoría le resultan ya muy ajenas las cuestiones políticas de la isla.
A ambos lados del Estrecho de Florida, millones de cubanos esperan que el relevo generacional en la presidencia de Cuba sea otro paso para ir dejando atrás una larga era marcada por la depauperación de la isla y la división de su pueblo.
Amnistía Internacional sin permiso para trabajar en la isla, propone al próximo Gobierno cubano aceptar observadores de derechos humanos, “permitir la pluralidad de voces” y “fortalecer la independencia del poder judicial”.
“Estamos viendo el cambio de liderazgo como una oportunidad de establecer una nueva dinámica que incluya todas las voces de forma constructiva”, dijo a EL PAÍS Louise Tillotson, investigadora para el Caribe de la ONG.

 

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