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El documento recoge nombres de personas que han encubierto estos episodios de pederastia, como el cardenal Donald Wuerld, que fuera en el pasado obispo de Pittsburgh / Foto Internet

Más de mil menores violados por sacerdotes

 La Corte Suprema de Pensilvania, EU, emite informe que implica a unos 300 sacerdotes de las ocho diócesis de todo el estado
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La Corte Suprema del estado de Pensilvania ha emitido un informe sobre casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica que posiblemente sea el más amplio y sorprendente de todas la investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha. Más de 300 sacerdotes están implicados, y el número de víctimas asciende a más de 1.000, solo en Pensilvania. De las ocho diócesis que hay en todo el estado, son seis las implicadas en este informe: Greensburg, Erie, Scranton, Allentown, Harrisburg y Pittsburgh.
Josh Saphiro, fiscal general del estado, presentó por medio de una rueda de prensa este informe elaborado por un gran jurado, y de 1.356 páginas de extensión. El documento fue elaborado a partir de entrevistas con decenas de testigos y a partir de la consulta de medio millón de documentos internos de las seis diócesis implicadas. Los detalles son dolorosos, donde se expone que más de un millar de chicos y chicas menores de edad, en especial varones, fueron abusados en edades de adolescencia y preadolescencia, con diferentes tipos de prácticas sexuales que no queremos desvelar. «Algunos fueron manipulados con alcohol o pornografía», recoge el informe elaborado por el jurado, que no descarta que la cifra de víctimas sea mucho mayor, ya se ha perdido el registro de numerosos casos, y otras víctimas han guardado silencio.
El informe critica que la respuesta por parte de los sacerdotes al cargo de estos pederastas fuera encubrir los casos. Concretamente, Saphiro habla de «un encubrimiento sistemático por altos cargos de la Iglesia en Pensilvania y en el Vaticano», donde «lo principal no era ayudar a los niños, sino evitar el escándalo». Así, se desvela cómo se realizaron tales encubrimientos, desde disuadiendo a las víctimas para que acudieran a las autoridades, presionando a éstas para que interrumpieran cualquier investigación, o haciendo la Iglesia propia sus investigaciones para evitar que llegara la información a la policía.
El documento recoge nombres de personas que han encubierto estos episodios de pederastia, como el cardenal Donald Wuerld, que fuera en el pasado obispo de Pittsburgh.
La consecuencia es que muchos de estos casos ya no pueden ser juzgados porque han tenido lugar antes del año 2000, aunque hay el registro de un sacerdote que mantenía estas conductas de abuso en los últimos 10 años. Incluso hay sacerdotes ya fallecidos, como el caso de la diócesis de Harrisburg, que en agosto publicó una lista de 71 sacerdotes pederastas cuyos actos ya tenían lugar en los años 40.
Los casos de pederastia en Estados Unidos están siendo mundialmente conocidos, aunque no es el único país donde ha ocurrido, pues, sin ir más lejos, en España también se están destapando muchos. En 2015 la película ‘Spotlight’, que ganó el Oscar a Mejor Película, llevó a la gran pantalla el caso real de un grupo de periodistas de Boston destapó en 2001 el escándalo de un sacerdote que había abusado de ochenta niños.
El documento habla de al menos un millar de víctimas de los abusos y de la gran maquinaria de silencio. El gran jurado, un cuerpo legal que actúa previo a un juicio y cuya investigación ayuda a determinar las imputaciones, describe todo un “manual de instrucciones de ocultación de la verdad”. En un tono que parece emular el de los 10 mandamientos —en este caso, seis— el texto reza:
“Primero, asegúrese de usar eufemismos frente a palabras reales para describir agresiones sexuales. Nunca diga violación, sino contacto inapropiados”. “Segundo, no lleve a cabo verdaderas investigaciones” sino “asigne a clérigos a hacer preguntas inadecuadas”. “Tercero, para lograr una apariencia de integridad, envíe a sacerdotes para ‘evaluación’ en centro psiquiátricos de la Iglesia”. “Cuarto, cuando un cura deba ser trasladado, no diga el motivo. Diga a los feligreses que está en ‘baja médica’ o ‘fatiga nerviosa’. O no diga nada’. “Quinto, aunque un sacerdote esté violando a niños, proporcióneles casa y cubra sus gastos”. “Finalmente, y sobre todo, no diga nada a la Policía. El abuso sexual, aunque sin penetración, siempre ha sido un delito. Pero no lo trate de ese modo, sino como un ‘asunto personal’, ‘dentro de casa’”.
El expárroco chileno Fernando Karadima, considerado culpable de abusos por la justicia civil y la canónica / EFE

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