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El campo de béisbol en las afueras de Washington donde resultó herido el líder de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, Steve Scalise y cuatro personas más / Foto Internet

Pistolero hiere a 5 republicanos

El atacante, James T. Hodgkinson, un empresario jubilado fue abatido; en redes sociales había escrito que “Trump ha destrozado nuestra democracia. Es hora de destruirlo” 
El País
Washington.– James T. Hodgkinson, un empresario de 66 años y aparentemente jubilado, disparó este miércoles una ráfaga de tiros contra una veintena de legisladores republicanos en un campo de béisbol a las afueras de Washington hiriendo a cinco personas, entre ellas el líder de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, Steve Scalise. Tras un intercambio de balas con las fuerzas de seguridad, Hodgkinson —sin antecedentes penales— resultó herido y murió.
Nadie le vio venir, pero en su cabeza ya bullía el demonio de la locura. Desde marzo hacía prácticas de tiro y en su cuenta de Facebook había escrito que Trump era “un traidor” y que quería “destruir al presidente y compañía”. En pocos minutos, sus palabras iban a tomar cuerpo.
Sin que nadie le detuviese, accedió a la cancha de béisbol de la organización YMCA. Allí, con sus uniformes rojos y blancos, los congresistas republicanos estaban entrenándose para su clásico partido contra los demócratas. Una tradición que se celebra cada año desde 1909 y que tiene como fin recaudar fondos para entidades caritativas.
Hodgkinson sacó entonces su rifle de asalto. Algunas versiones aseguran que se trata de un M-4, un devastador fusil de combate usado por la infantería de Estados Unidos. Armado y furioso, el atacante se lanzó al campo y, nuevamente sin encontrar obstáculo, apuntó a los parlamentarios. Dio comienzo la vorágine. Sorprendidos por la lluvia de balas, los congresistas empezaron a correr, a buscar refugio, a huir. “Fue una locura”, rememoró a la CNN el parlamentario Mo Brooks.
Scalise es considerado el látigo de Trump, a quien encomienda la tarea de que los legiusladores republicanos se alinien / Foto Internet
Uno de los primeros en caer fue Scalise, de 51 años, el tercer hombre con más poder entre los republicanos de la Cámara de Representantes. “De pronto oí un ¡bam! Me di la vuelta y lo vi solo por uno o dos segundos: el agresor estaba en la tercera base y seguía disparando a la gente… Escuché gritar a Scalise, le habían alcanzado. Los tiros no paraban, nos dispersamos por la pista», contó Brooks.
Alcanzado en la cadera, Scalise no podía moverse. Pero no permaneció quieto. Empezó a arrastrarse por el campo, mientras el tirador seguía apretando el gatillo. En la confusión, muchos congresistas buscaron refugio detrás de los árboles. “Me quedé ahí parapetado, mientras mi hijo de 10 años salía del lugar y se escondía de bajo del coche”, recordaba el congresista por Texas Joe Barton.
Dos policías del Capitolio se lanzaron a defender a los parlamentarios. “Aquello duró minutos, era un tiroteo a corta distancia; se interpusieron y enfrentaron al atacante”, señaló un testigo a la televisión. Los agentes, con riesgo de sus vidas, dispararon a cuerpo descubierto. Hodgkinson fue alcanzado e inmovilizado.
El lugar se había cubierto de sangre y el pánico seguía vivo. La posibilidad de que hubiese más atacantes hizo que los policías mantuvieran las armas en la mano. Junto a Scalise habían resultado heridos dos policías, un colaborador parlamentario y un lobista.
Médico de profesión, Scalise dirigió a sus compañeros en los primeros auxilios. Un congresista buscó unas tijeras, le cortó los pantalones y accedió a la herida. Para frenar la hemorragia, Brooks le taponó con ropa, luego le hizo un torniquete con su cinturón. Los helicópteros sanitarios no tardaron en llegar. Scalise y los otros fueron evacuados. Su situación era estable. El atacante falleció poco después.
James T. Hodgkinson el empresario de 66 años durante una protesta / Foto Internet
El atacante
Hasta 2016 James T. Hodgkinson dirigía una empresa de inspección de hogares en Belleville (Illinois); se mudó hace dos meses a la zona de Washington, según informó su mujer a la cadena ABC. Vivía hasta hoy en Alexandria (Virginia), una localidad adyacente a la capital situada a 20 minutos del centro, donde atacó a los congresistas y senadores republicanos.
Hodgkinson contaba con un historial de arrestos por no tener licencias adecuadas para su empresa, causar daños a propiedad privada, conducir bajo la influencia del alcohol y otras faltas de tráfico. Durante un tiempo, su empresa trabajó como contratista para las autoridades locales. Su permiso para operar como inspector de viviendas caducó en 2016 y Hodgkinson no lo renovó.
Durante años fue activista en favor de políticas progresistas y con frecuencia enviaba cartas al director del periódico local, Belleville News-Democrat, abogando por una subida de impuestos, la legalización de la marihuana, la desigualdad salarial y otras medidas. También criticaba al conservadurismo y pertenecía a varios grupos anticonservadores, entre ellos uno denominado «Acabar con el Partido Republicano», según el diario.
Crítico de Hillary Clinton y Donald Trump, las redes sociales de Hodgkinson muestran a un hombre frustrado con la actualidad política y obsesionado con el senador Bernie Sanders, que fue candidato a la presidencia por el Partido Demócrata. En una publicación en Facebook del 22 de marzo, Hodgkinson escribió: «Trump es un traidor. Trump ha destruido nuestra democracia. Es hora de destruir a Trump y compañía».
Durante la campaña electoral, Hodgkinson fue voluntario de la candidatura de Sanders. Las campañas de candidatos presidenciales en Estados Unidos suelen contar con centenares de voluntarios y su afiliación con el candidato o sus asesores es anecdótico.
Por el perfil online del atacante abundan las fotos del senador de Vermont y mensajes en favor del «socialismo democrático». Sanders, un candidato más progresista que Clinton, generó durante meses ilusión por un proyecto más liberal que el del establishment demócrata y capturó la atención de muchos jóvenes y parte de la clase trabajadora.
«Era un hombre callado y tranquilo», dijo a The Washington Post Charles Orear, que trabajó con Hodgkinson en Iowa como parte de la campaña de Sanders. Afirmó que Hodgkinson nunca mostró signos de violencia o maldad hacia otros y que simplemente era un tipo reservado y un progresista apasionado. «Nos quedábamos hasta altas horas hablando de política», dijo sobre su convivencia como voluntarios.
Tras conocerse estos detalles, Sanders emitió un comunicado repudiando cualquier acto de violencia. Sin hacer mención a Hodgkinson, el senador demócrata escribió: «Me enferma esta acción despreciable». «El cambio real solo podrá ocurrir sin violencia», añadió. Con anterioridad, Sanders ya había condenado el ataque en un tuit y expresado sus condolencias con el republicano Steve Scalise, herido en el incidente.
Trump, que ayer cumplía 71 años, llamó a la unidad en un mensaje a la nación. «Podemos tener nuestras diferencias pero en tiempos como estos, nos viene bien recordar que todos los que sirven en el Capitolio están ahí porque aman su país. Somos más fuertes cuando estamos unidos y trabajamos por el bien común”. Su tono fue inusualmente comedido.

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