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Zagorski se convirtió en apenas la segunda persona en morir en la silla eléctrica en Tennessee desde 1960 / Foto Internet

Prefiere la silla eléctrica; ‘Vamos a rockear’, dijo

 

Agencias

Washington.- Edmund Zagorski tenía 63 años cuando eligió la silla eléctrica en lugar de una inyección letal para morir el pasado jueves 1 de noviembre en un penal de máxima seguridad de Nashville, en Estados Unidos.

Para ser declarado muerto, recibió una primera descarga de mil 750 voltios durante 20 segundos, seguida por una pausa de 15 segundos y una segunda descarga también de mil 750 voltios de 15 segundos. Lo quiso así porque pensaba que sería una forma más rápida y menos dolorosa de morir.

Con ello, Zagorski se convirtió en apenas la segunda persona en morir en la silla eléctrica en Tennessee desde 1960. A nivel nacional, sólo 14 personas han sido sentenciadas de esta manera desde el 2000, informa EFE.

Sus últimas palabras, según declaró el director de la prisión que lo entrevistó antes del suceso, fueron «Let’s rock» («vamos a roquear»). El acusado degolló a John Dotson y Jimmy Porter en abril de 1983 después de asaltarlas cuando ambas víctimas pretendían comprarle mariguana.

En la actualidad, 30 de los 50 Estados de la Unión mantienen la pena de muerte (aunque en varios de ellos existe una moratoria) y 20 la han abolido.

Nueve Estados tienen la silla eléctrica como alternativa a la inyección letal. Tennessee se convirtió en 2014 en el primer Estado que declaró obligatorio el uso de la silla eléctrica si no era posible obtener los compuestos necesarios para la inyección letal. Según la ley de este Estado, cualquier preso condenado a muerte antes del 1 de junio de 1999 puede elegir cómo morir: electrocutado o por una mezcla de sustancias que en estos momentos es de dudosa calidad y procedencia desde que las farmacéuticas dejaron de proveer a las prisiones con el anestésico que seda al preso antes de que se le apliquen las dosis que le provocan la parada cardiorrespiratoria.

En el caso de Tennessee, Fred Leuchter, el hombre que construyó la silla eléctrica hace más de 30 años, tiene serias reservas sobre su funcionamiento: “Estoy preocupado porque la silla puede causar problemas. No creo que la ejecución vaya a tener nada de humanitaria”, explicó.

Leuchter fue entre 1979 y 1990 una figura muy reconocida dentro del sistema penitenciario por su trabajo en el diseño de cámaras de gas, sillas eléctricas, horcas o el protocolo de la inyección letal, pero cuando se sumó a los negacionistas del Holocausto y rechazó la existencia de las cámaras de gas en Auschwitz, un escrutinio más a fondo de su persona reveló que ni era ingeniero, como pretendía, ni estaba cualificado para el trabajo que había venido realizando.

A pesar de las dudas de Leuchter, el gobernador del Estado asegura tener total confianza en que el departamento de prisiones va a tener a punto el mortal instrumento.

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