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Desde que fue entregada a la Conservación Occidental de Pensilvania (WPC) en 1963 y reabrió sus puertas como un museo, unos cinco millones de visitantes han ido hasta esta remota vivienda al sureste de Pittsburgh para admirar de cerca la obra Frank Lloyd Wright / Foto Internet

La casa sobre la cascada

Esta es la historia de la increíble y polémica casa sobre una cascada de Frank Lloyd Wright, la «mejor obra de la arquitectura de Estados Unidos»
BBC Mundo
Frank Lloyd Wright, el más famoso arquitecto en Estados Unidos, tuvo el mayor impulso de su carrera con el diseño de cientos de viviendas estadounidenses.
Una de ellas fue la Casa de la Cascada, Fallingwater, con la que dio un nuevo impulso a su carrera a mediados de los años 30, justo cuando llegó la Gran Depresión, y sus críticos comenzaban a tacharlo de anticuado.
La Casa de la Cascada ha sido reconocida internacionalmente como una obra maestra.
Y está lo más arquitectónicamente cerca posible a la naturaleza.
Fue construida sobre una cascada. Y la roca sobre la que se asienta se eleva por dentro de la sala de estar.
Desde que fue entregada a la Conservación Occidental de Pensilvania (WPC) en 1963 y reabrió sus puertas como un museo, unos cinco millones de visitantes han ido hasta esta remota vivienda al sureste de Pittsburgh para admirar de cerca la obra que reavivó la carrera de Wright.
El original y bello retiro en la montaña fue comisionado por Edgar J. Kaufmann, un adinerado propietario de unos grandes almacenes en Pittsburgh, y a su esposa -quien también era su prima-, Liliane Kaufmann.
Liliane se esforzó mucho en traer la alta costura parisina al medio-oeste de Estados Unidos.
Kaufmann había pensado en una casa con vistas a la cascada Bear Run, pero Wright insistió: «Quiero que vivas en la cascada, no que sólo la mires».
Así que, después de varios meses con Kaufmann a sus espaldas, Wright dio rienda suelta a su creatividad y produjo varios planos en un tiempo récord.
En ellos se veía una casa de tres plantas con un soporte voladizo sobre la cascada, con un atrevido diseño que combinaba hormigón, acero, vidrio y las piedras del lugar.
Era como si la casa estuviera entre los árboles, las rocas, el río y la cascada.
Su atrevido uso de los voladizos creó una división entre el arquitecto y su cliente, y Wright llegó a amenazar con renunciar.
Pero la parte frente al río comenzó a hundirse tan pronto como se eliminó el hormigón. La humedad se filtraba dejando moho a su paso y las luces del techo goteaban.
Aun así, Liliane, escéptica hasta entonces en cuanto al diseño, comenzó a apreciar la belleza de la Casa de la Cascada y su estructura.
Dijo que veía desde la ventana «un árbol con ramas desnudas entrelazadas» en una carta que le escribió a Wright, «un sustituto de cortinas más que satisfactorio».
La Casa de la Cascada era, sin duda, una propuesta muy diferente a todo lo que había hecho hasta entonces.
Wright, que diseñó cada detalle de la casa, incorporó muchos de los muebles a las paredes.
Era, sin duda, una forma de hacer su gran obra maestra «a prueba de clientes».
Hoy los Kaufmann no están, pero los interiores de la casa permanecen en su mayor parte como Wright los diseñó.
La Casa de la Cascada se completó en 1938 y ocupó la portada de la revista Time ese enero. Era, según la revista, «la obra más bella» del arquitecto.
Su precio ascendía a 155.000 dólares, el equivalente a $2,7 millones de dólares. Wright se llevó una comisión de 8 mil dólares.
El costo de la restauración urgente —se consideró que corría peligró de colapso— fue de más de 11 millones.
En un café de Pensilvania cerca del lugar se lee: «Frank Lloyd Wright construyó una casa sobre el agua que cae, la cual no debería haber construido», aunque solo los más cascarrabias habrán pensado en el dinero que se gastó para protegerla para la posteridad.
Puede que la Casa de la Cascada haya tenido sus fallos, pero su belleza es trascendental. Y hoy, no tiene precio.
En 1952, Liliane se suicidó en la Casa de la Cascada. Edgar murió tres años más tarde.
Su hijo, Edgar Jr, quien fue aprendiz de Wright a principios de los años 30, heredó la casa, que compartió con su pareja, el arquitecto y diseñador español Paul Mayén, quien dio vida al centro de visitantes, el café y la tienda de regalos que abrió en 1981.
Fue Edgar Jr donó la Casa de la Cascada al WPC.
En cuanto a Wright, la famosa vivienda permitió reavivar su carrera y crear algo contra la influencia europea del modernismo que perduró durante años.
Se volvió un individualista comprometido y rechazó unirse al Instituto Estadounidense de Arquitectos.
Cuando alguien le llamaba «un viejo aficionado», Wright, que trabajó hasta que murió a los 91 años, tan sólo respondía: «Soy el más viejo».

 

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